
Kevin Schwantz, el piloto «CARISMA» con mayúsculas…
Kevin Schwantz nació en la localidad de Paige en el condado de Texas, Estados Unidos y cuando empezó a dar sus primeros pasos, nadie podía pensar que se convertiría en uno de los pilotos más carismáticos que haya dado el Mundial de Motociclismo a lo largo de toda su historia.
Mucha gente me pregunta porqué, un piloto que sólo ganó un Mundial en la categoría de 500 cc. ha conseguido llegar hasta los últimos rincones del planeta donde se haya oído hablar de motos…
La explicación es muy sencilla, independientemente del carácter afable y simpático del piloto Texano, el aficionado a las motos es incapaz de olvidar los momentos históricos que Schwantz regaló al mundo de las dos ruedas.
De Kevin se recuerdan muchas cosas, pero especialmente su antológica capacidad para frenar en el último instante, legendaria es su frase tras adelantar a Wayne Rainey, su gran rival, en el gran premio de Hockenheim en el año 91, adelantamiento que le serviría para ganar aquella carrera, «I wait til I see God…, then I brake…», «Espero hasta ver a Dios…, luego freno…», incomparable…!
Kevin Schwantz, a diferencia de otros muchos pilotos americanos no provenía del Dirt Track, sino del Trial, pero cuando probó la velocidad ya no se volvió a subir a una moto de campo…, le gustaba tanto montar en moto que llegó a decir que «montar en moto es lo más excitante que se puede hacer con la ropa puesta…».
Lo que todos los aficionados a las motos tenemos muy claro es que si el piloto Texano hubiera tenido una moto realmente competitiva, habría unos cuantos mundiales más, adornando las vitrinas de su casa.
Además de ser un excelente piloto y un espectacular frenador fue uno de los pilotos más fieles que se han conocido en el Mundial, nunca abandonó a Suzuki, a pesar de que la moto Japonesa no fue una de las más competitivas, lo cual hizo que Schwantz tuviera que emplearse a fondo en cada Gran premio, ganando en las frenadas, el terreno que perdía en el resto del circuito por falta de potencia y velocidad punta.
Infinitos son los momentos que hemos podido ver a Kevin apretando los frenos de su Suzuki como si no hubiera un mañana, y la moto retorciéndose del tren trasero como quejándose de lo que le hacía trabajar el piloto Americano.
Además compartía con muchos de nosotros el amor por las motos de 2 tiempos, motores que regalaban un extra de emoción, no en vano dijo, «Disfruto de los motores de 2 tiempos por la relación directa entre el puño de gas y lo que ocurre en la práctica».
Schwantz ganó su único título Mundial en el año 1993, corriendo en el equipo Lucky-Strike Suzuki, ese mismo año, fue la temporada en la que Wayne Rainey, su némesis, sufrió el gravísimo accidente que le postró en una silla de ruedas para siempre, lo que le hizo replantearse de forma muy seria sus prioridades. Finalmente dos años más tarde decía adiós a Mundial de Motociclismo, aunque nunca se ha separado definitivamente del mundo de las dos ruedas.
Hace poco tiempo, en declaraciones a motogp.com y en referencia a su rival, reconocía, «Ganar el Campeonato, fue algo muy importante para Suzuki y para mi, pero tener a Wayne Rainey con aquella lesión, hizo que el mundo de la competición dejara de tener interés para mí…»
Cuando Kevin Schwantz decidió retirarse, el Mundial retiro el dorsal #34 como homenaje a uno de sus mejores embajadores, con su retirada se cerraba uno de los capítulos más excitantes y espectaculares que ha vivido el mundo de las dos ruedas, por suerte, tenemos infinidad de documentos gráficos y en vivo, que nos recuerdan, que otra época más gloriosa existió, antes de las ayudas electrónicas y los controles de tracción…
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